Objetivos del plan de autoprotección
Los objetivos básicos de un plan de autoprotección son el de prevenir y controlar los riesgos sobre las personas y los bienes y dar respuesta adecuada a las posibles situaciones de emergencia, garantizando la integración de éstas actuaciones en el sistema público de protección civil.
El Real Decreto 393/2007, por el que se aprueba la Norma Básica de Autoprotección, establece en su Anexo II el contenido mínimo de un plan de autoprotección. Dentro de los capítulos en los que se estructura dicho contenido, se encuentra el Capítulo 3 denominado Inventario, análisis y evaluación de riesgos. En este capítulo se deberán tratar los siguientes aspectos:
- Descripción y localización de los elementos, instalaciones, procesos de producción, etc. que puedan dar origen a una situación de emergencia o incidir de manera desfavorable en el desarrollo de la misma.
- Identificación, análisis y evaluación de los riesgos propios de la actividad y de los riesgos externos que pudieran afectarle. (Riesgos contemplados en los planes de Protección Civil y actividades de riesgo próximas).
- Identificación, cuantificación y tipología de las personas tanto afectas a la actividad como ajenas a la misma que tengan acceso a los edificios, instalaciones y áreas donde se desarrolla la actividad.
Una adecuada identificación, análisis y evaluación de los riesgos a los que se encuentra expuesta una actividad es la herramienta que nos va a permitir alcanzar los objetivos del plan de autoprotección ya mencionados: PREVENIR–CONTROLAR–ACTUAR.
¿Qué es un riesgo?
Dependiendo de la fuente a la que consultemos, la definición e interpretación de lo que es un riesgo lleva relacionados diversos conceptos. Veamos algunos ejemplos de definiciones:
- Real Academia Española de la Lengua: “contingencia o proximidad de un daño“.
- Ley 31/1995 de prevención de riesgos laborales: “se entenderá como «riesgo laboral» la posibilidad de que un trabajador sufra un determinado daño derivado del trabajo. Para calificar un riesgo desde el punto de vista de su gravedad, se valorarán conjuntamente la probabilidad de que se produzca el daño y la severidad del mismo“.
- Dirección General de Protección Civil y Emergencias: “por riesgo se entiende la combinación de la probabilidad de que se desencadene un determinado fenómeno o suceso que, como consecuencia de su propia naturaleza o intensidad y la vulnerabilidad de los elementos expuestos, puede producir efectos perjudiciales en las personas o pérdidas de bienes“.
- RD 393/2007, por el que se aprueba la Norma Básica de Autoprotección: “grado de pérdida o daño esperado sobre las personas y los bienes y su consiguiente alteración de la actividad socioeconómica, debido a la ocurrencia de un efecto dañino específico“.
Una definición que engloba a las anteriores podría ser la siguiente:
Riesgo: posibilidad de que se materialice un daño sobre personas y/o bienes. Su gravedad será función de la probabilidad de que se genere el daño y la severidad o grado de afectación que ocasione.

Para prevenir y controlar los riesgos, necesitamos identificarlos y evaluarlos. Esta evaluación nos permitirá cuantificar la probabilidad de que se produzca el daño en personas y/o bienes y la severidad de sus consecuencias.
Identificación riesgos
El primer paso que debemos realizar para poder realizar una evaluación de riesgos es identificarlos. Evidentemente, en función de la actividad que estemos analizando, nos encontraremos con distintos tipos de riesgos. Lo que sí es común a todas ellas es de donde proceden:
- INSTALACIONES-PROCESOS: son las principales fuentes de riesgos en actividades de tipo industrial. Por ejemplo el riesgo de explosión de una instalación de gas combustible.
- USUARIOS: en aquellas actividades donde por el número o tipología de usuarios, estos pueden ser un origen de riesgo. Una muestra podría ser el riesgo de avalancha ocasionado por la entrada o salida masiva en conciertos, estadios de fútbol…
- ENTORNO: este puede constituir el origen de importantes riesgos sobre todo para aquellas actividades ubicadas en áreas con climatología extrema (fuertes tormentas, inundaciones…) o donde se desarrollen otras actividades de riesgo (polígono industrial).

Evaluación de riesgos
Una vez identificados los riesgos hay que evaluarlos. Esto implica determinar la probabilidad de que se materialice un daño a personas y/o bienes y valorar la severidad de sus consecuencias. Es a lo que llamamos la evaluación de riesgos.
Para realizar la evaluación de riesgos de un plan de autoprotección, debemos establecer una metodología que nos permita valorar cada uno de los riesgos existentes.
Existen multitud de metodologías. Unas específicas para la evaluación de determinados riesgos y otras generales para cualquier tipo de riesgo. Debemos, por tanto, elegir aquella que nos permita realizar el análisis más preciso posible, en base a los parámetros y datos de los que dispongamos.
A continuación vamos a exponer un ejemplo de metodología que solemos emplear en nuestros planes de autoprotección.
Metodología de matriz de riesgos
Esta metodología permite medir las consecuencias de un accidente y las probabilidades de que este llegue a ocurrir, con la precisión suficiente para establecer una base que permita tomar medidas prácticas y contener los riesgos.
En la siguiente tabla se muestran los parámetros que deberemos determinar para cada uno de los riesgos identificados:

A cada uno de estos parámetros le asignaremos un valor numérico en base a las siguientes consideraciones:
Vi: gravedad para la vida

M: gravedad para el medioambiente

P: gravedad para la propiedad

Ve: velocidad de propagación

Una vez establecidos los valores que van a determinar la gravedad de las consecuencias de la materialización del riesgo, hay que cuantificar la probabilidad de que este suceda:
Pb: probabilidad de que el riesgo suceda

Valorada la gravedad y la probabilidad del riesgo, queda por determinar el valor de prioridad que viene determinado por la aplicación de unos porcentajes a los valores de gravedad, tal y como se muestra en la siguiente tabla:

Finalmente que establecer la ponderación de cada uno de los riesgos a través de la siguiente matriz:
Matriz de riesgos


Conclusiones y plan de actuación
Como hemos podido ver en los anteriores apartados, la evaluación de riesgos del plan de autoprotección nos permite ponderar los riesgos a los que se encuentra expuesta una determinada actividad. Con ello disponemos de un criterio para establecer sobre cuales es necesario establecer una medidas que los eliminen o reduzcan a niveles tolerables, así como desarrollar los correspondientes protocolos de actuación en caso de que estos lleguen a materializarse y generar una situación de emergencia.
La elaboración, implantación y mantenimiento de un plan de autoprotección requiere de personal con una adecuada formación y experiencia para que este documento cumpla con todos los objetivos para los que está destinado.
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